miércoles, 12 de septiembre de 2012

Catalunya, con o sin ñ

Tal vez sea la casualidad que dio origen a que en mi carnet rece Barcelona como lugar de nacimiento. Tal vez después de 33 años repitiéndolo sienta algo que creo es natural, cuando lo he creado yo mismo, como hacen las religiones cuando ponen fuera de uno mismo las necesidades internas de los hombres. Tal vez sea una fuerza de la tierra, que de modo incomprensible y poético atrae a las personas hacia sus orígenes. Conjeturas estúpidas aparte, Catalonia, sea o no sea Spain, creo que es diferente.

La manifestación de ayer en Barcelona, de un millón de personas (bueno, 70% arriba o abajo según los medios) ha sido arrinconada como 5a noticia en el informativo de la 1. Y es que un montón de gente como ese al unísono asusta. Y aterroriza, a mi al menos, si los que llevan las pancartas son los políticos.

En mi visita al Penedés veo tantas esteladas en las ventanas y balcones como si el Barça hubiera ganado (otra vez) el mundial. Y es que, olvidando lo politizado y mediatizado que está todo, lo que lleva a tanta gente a salir a protestar por un plan de independencia es el mismo sentimiento que tienen hoy murcianos, malagueños, gallegos, extremeños y hasta madrileños. Pero en el caso de Catalunya hay un enemigo, se dispone de un objetivo, inventado o real, eso ahora no importa, que es claro y conciso: España.

Esto es la identidad de los pueblos, algo que todos tienen, desde el polo norte al sur, pero que toman una forma u otra en momentos de dificultad, como la identidad de los espartanos fue única en la historia al enfrentarse a un ejercito que les multiplicaba en numero por 100. En Catalunya, con un enemigo localizado, con un carácter trabajador y valiente de sus gentes, se dispone de industria, creadora y productora, posición geográfica muy favorable, y unas tradiciones muy bien cuidadas y turísticamente rentabilizadas. No es esto lo que motiva a la gente en un martes cualquiera a manifestarse, es solo un catalizador ante el sentimiento de irritación y nausea que nos provoca a todos lo que estamos viendo a diario: La sustracción al hombre de la verdadera riqueza consecuencia de su trabajo. Ojalá en Madrid, Sevilla o Badajoz tuviéramos la misma capacidad de unión, con un amor libre por la tierra que nos atrae y nos permite sobrevivir, sea la que nos vio nacer o no. Eso si, ojalá fuera sin odios ni rechazos hacia nadie. Bueno si. Que no haya políticos, por favor.